Tengo familia y amigos franceses y raíces de más de un siglo de ese país. Al mismo tiempo no soy amante de esa cultura y critico mucho sus políticas exteriores e interiores. Pero eso no cambia el hecho que mi primera reacción, ante los eventos de la noche del viernes 13 de noviembre, fue la misma que el presidente francés François Hollande.
Primero la incredulidad, seguida por ojos aguados y finalmente un sentimiento primitivo que todos conocemos: venganza.
Las acciones de represalia no se hicieron esperar, y comenzamos una semana de bombardeos masivos por parte de Francia y Estados Unidos a Raqqa, la auto proclamada capital de Daesh (ISIS). Basándonos en nuestras más antiguas costumbres occidentales de honor y venganza, la respuesta se siente como la correcta. Pero, algo no se siente bien, y teniendo el lujo de estar a más de un océano de distancia me ha dado la oportunidad de meditar sobre la naturaleza del Terror y el Terrorismo.
El Terror se refiere a las políticas de represión y violencia diseñadas para suprimir a la oposición de quienes lo impulsan. Al igual que la igualdad universal, la libertad de pensamiento y la libertad de expresión, es un producto de la modernidad. Irónicamente, su primer uso fue durante el Reinado del Terror: la ejecución masiva de enemigos de la revolución que se dio entre septiembre de 1793 y julio de 1794 en plena Revolución Francesa. En ese contexto, Maximilien Robespierre, impulsor de esta política de represión y violencia, definió el Terror que promovia de la siguiente manera:
Traducido al español dice:
El terror no es otra cosa que la justicia pronta, severa, inflexible; es por ende una manifestación de la virtud.
El mundo y los roles han cambiado, pero las nociones son las mismas. La función del Terror es crear un ambiente binario: Justos contra Injustos, Fieles contra Pecadores, Buenos contra Malos. De esta manera los que perpetran el Terror justifican sus acciones en una narrativa de justicia. Pero también en esta disyuntiva los aterrados justifican sus acciones retaliativas en una narrativa de orden seguridad y closure para una nación.
El ciclo de Terror nace en este momento. Terroristas y Aterrados rápidamente van cambiando roles persiguiendo desesperadamente la restauración de un orden perdido. Y los que mantienen vivo este ciclo no son las masas, ni los individuos radicales; son los intelectuales que reiteran las narrativas de Terror a sus compatriotas.
Todavía no tenemos un consenso sobre qué es el Terrorismo a nivel mundial, pero no cabe duda que es en el contexto de este ciclo de retaliación que nacen y se crían los terroristas.
Lo admito, la respuesta retaliativa del gobierno de Francia y otras potencias occidentales me dio alivio del dolor que sentí la noche del viernes 13. Pero no puedo negar que, igual que François Hollande, los líderes del "Primer Mundo" y los que mostraron su apoyo en las redes sociales, he caído víctima del Terror.
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