Monday, October 5, 2015

Síndrome del Adulto Desanimado

El siglo XX fue una época de repetidos delirios masivos culturales. Estábamos convencidos al principio del siglo que en cualquier momento "completariamos" la ciencia y se nos acabarían las cosas que investigar. Estabamos convencidos de que la genética predisponía a ciertas razas a ser superiores a otras. Estabamos más que convencidos que el mundo finalmente iba a estar en paz cuando cayó el muro de Berlín.



No todos los delirios eran tan noticiosos. Algunos eran más (aparentemente) inocuos como el mítico matrimonio tradicional, el nacionalismo arraigado o, más relevante al tema de este post, la discriminación de los proyectos animados. La idea es esta: toda la animación es, en principio, para niños, a menos que cumpla con ciertos requisitos obscuros e inexactos de la sociedad que le permita trascender esa barrera y ser entretenimiento para adolecentes y adultos también.

Una animación que cumplió con los requisitos...wuupi....

Como cualquier otro problema socio-cultural, la raiz de este delirio en particular es una buena idea. Aunque sea dificil creerlo, la niñez como etapa de vida es algo que oficialmente inventamos en el siglo XVIII. A mediados de ese mismo siglo salió lo que se considera el primer libro infantil, A Little Pretty Pocket-Book, intended for the Amusement of Little Master Tommy and Pretty Miss Polly with Two Letters from Jack the Giant Killer forjando el camino para un lucrativo nicho del mercado de la literatura del siglo XIX. Años mas tarde, en los albores de 1901 ya la asociación mental estaba hecha: la literatura infantil es predominantemente fanticisoa, colorida y llena de dibujos. 




Cuando la industria de proyectar miles de imagenes a altas velocidades en una pantalla comenzaba a revolucionar el entretenimiento, ya la animación estaba condenada. A pesar del sentido del humor adulto presente en muchos de los clasicos de la animación como Tom and Jerry y Merry Melodies el axioma ya estaba anclado en la mente del publico general que esas cosas eran entretenimiento infantil; algo que el adulto ideal debía superar para servir al bien general de la sociedad.




Así surgió lo que llamo el Síndrome del Adulto Desanimado, un delirio másivo cultural que ha sido un obstaculo para el desarrollo del arte de la animación. Por suerte estamos superando este malestar generacional poco a poco, gracias al gran esfuerzo de paraisos de la animación como Japón, Francia y Canada que cada cierto tiempo generan contenido de una calidad tan alta que ni el adulto más desanimado de todos lo puede negar. La animación es para todos, y en muchos casos son las mentes adultas ya desarrolladas y educadas las que más valor le pueden encontrar al contenido de estas obras de arte.

Si quieren ver un buen ejemplo del daño que este sindrome causa, no se pierdan el nuevo CRITICAL HIT REVIEW sobre la nueva pelcula animada de Sony Animation Studios: Hotel Transylvania 2.





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